lunes, 24 de noviembre de 2008

Marilia

Marilia era una mujer muy formal, muy normal.
De bien era sabido que sus modales eran exquisitos, su perfecta "politesse" francesa, sus manos bien cuidadas, su precioso pelo recogido, su buen gusto al vestir, su estela perfumada de Chanel.
Marilia como estaba acostumbrada, ese día llegó al apartamento céntrico de su importante amigo.
Hizo la genuflexión y chupó.
Solo sabía hacer eso en la vida, bueno y pintarse los labios de rojo pasión mientras hablaba alocadamente sobre las obras de arte o las carreras de caballos.
Pero ese día no había cuadros ni tampoco carreras.
Ese día solo había pollas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo soy como Marilia, pero cobrando.